Bhagavad Gitá

29.11.2017

Om Tat Sat- Om Eso Es

Dharma...El Reino de la ley Sagrada, cumplimiento que todo hombre conviene realizar libremente en esta Tierra, para alcanzar el fin supremo imperecedero. 

Una obra tan abundante de conceptos, utilizando palabras cuyo significado parecen semejantes, pero que en verdad no tienen sentido idéntico a las palabras originales.

La fecha en la que fue escrita la Gita se mueve entre el año 3100 a.C y el Siglo II a.C, en línea con el sistema sánkhya, que se basa en la enumeración de 25 tattwas (entidades reales), el purusha ('el que disfruta', el espíritu) quien no es productor de nada ni producto de nada, la prakriti (esencia primordial), a partir de la cual evolucionan las siguientes 23 entidades: ahamkāra (el concepto de yo), buddhi (inteligencia), manas (mente), los cinco gñana-indriias (órganos de conocimiento: nariz, lengua, ojos, piel, orejas), los cinco karma-indriias (órganos de acción: ano, genitales, pies, manos, habla), los cinco tan-matras (elementos sutiles: olor, sabor, color, tacto, sonido), los cinco majá-bhutas (elementos burdos: tierra, agua, fuego, aire y éter), fundido con el culto a Krishna, declarando a éste, autor del Vedanta. 

En general habría que moverse entre le final de la era de las grandes Upanisads y la introducción del movimiento Buddhista sobre el siglo VI a. C.

Influencias de Sankhya, el yoga, el misterioso Táraka-Raja-Yoga con su sistema cuaternario, de éxtasis transcendente o espíritu, de sueño profundo sin ensueños o alma espiritual, de sueño con ensueños o alma animal e intelectual, de estado despierto o de vigilia, cuerpo físico; la recién reseñada escuela antigua de los Bhagavat y otras enseñanzas que pueden estar incluidas en los textos de la Gita, fueron en su origen revelaciones recibidas por los Rishis y que la Gita adoptó porque forman parte del Vedanta, constituyendo en su seno una unidad que sirvió de antecedente plural para la forma de algunas obras tales como el Yoga codificado de Patañjali en sus Yoga Sutras.

La epopeya llamada La Gran Guerra de los Bhárata, relatado en el Mahabhárata, para lograr la soberanía de Hastinapura...enredos, celos, malas jugadas y tretas varias, que enfrentan a dos familias enteras en la llanura Kurukshetra, rebautizada con el nombre de Dharmakshetra, el campo del dharma o el Reino de la ley Sagrada, cumplimiento que todo hombre conviene realizar libremente en esta Tierra, para alcanzar el fin supremo imperecedero.

El personaje principal, Arjuna, se dirige con su carro tirado por el avatar de Vishnu en representación de Krisna en tierra, al frente del ejército de los Kurú, para batallar contra el conjunto de apegos que cada hombre ha de derrotar antes de lograr el difícil objetivo de cumplir su dharma propio.

Arjuna y Krisna, el guerrero y el avatar son uno, un único viajero, que sólo parece ser dos en tanto el guerrero no se conoce a sí mismo por completo, en tanto no ha realizado el Yoga como unión con su hermano eterno, que cabalga con él en el mismo carro de carne y Vida.

A ambos les corresponde encontrarse al fin, para efectuar el trasvase de conciencia y llegar así a la transformación, que será el cumplimiento de su Dharma, de su Ley, realizando, desde el conocimiento, y separándose del propio conocimiento, la parte del Yoga llamada Táraka- Brhaman- Yoga, haciéndote conocedor del hombre imperecedero superior, realizándose en Purusohottoma, nada soy nada me pertenece, a través de las tres y una formas de hallarle progresivamente. 

Una vez que el purusha perecedero ha sido desmitificado por la acción del conocimiento, la meditación del yogui solo es una, la contemplación pura, Dhyana en Kutashta, el comienzo de la transformación desde lo perecedero a lo imperecedero, callando los pensamientos y los impulsos de los gunas de prakriti, siendo todo invadido por una calma interior, como una brisa de mañana que disipa la niebla, inundando una sensación de felicidad, o amor, o ternura o quietud, o alegría, o silencio, o paz...como si del despertar de un sueño profundo, ahora se despertase en purusha imperecedero, renunciando a sí mismo, alcanzando un grado de perfección extremadamente sutil, llegando al Atman inmanifiesto. El Kutastha, la cumbre, lo más elevado que puede ser contemplado con los ojos del conocimiento, tras la ascensión poderosa del Prana, obteniendo la plenitud de Esto, aprendiendo a indagar en la contemplación de lo imperecedero, en un estado secretamente activo, sin deseo de nada, sin pedir, desde la quietud de la paz interior, transformando al purusha perecedero en una mera envoltura espesa de prakriti con la que se identificaba, reconociendo como adhibhuta; el morador imperecedero del cuerpo, el Encarnado; el protagonista indestructible de esos ciclos de vida, muerte y luego vida, que le obligan a retornar a un nuevo cuerpo prakritico cada vez. 

Cuando se libra de tales gunas, alcanza los mundos inmaculados de los que conocen lo Supremo, transformándolo todo en Adhidaiva o el reino de lo divino, el mar de la plenitud de eso, la consumación de Buddhi-yoga, aquel estado que encontramos después de haber pasado lo perecedero.

El vedanta que, libre, deberá descubrir sobre sus propios pasos, construirse a sí mismo y en sí mismo, la unificación de ese pensamiento que como un haz de corrientes libres encuentra ante sí; la identidad absoluta, inconmovible, de budhi y átman, las vías para llegar a tal yoga se pueden recorrer según dieciocho ramales distintos. Dieciocho discursos distintos que pueden resumirse en cuatro caminos o sendas esenciales, conocimiento, ciencia yóguica, acción desinteresada y devoción.

La Gitá, libro sencillo, fácil, más propio del corazón que del intelecto, pero de gran dificultad técnica en cuanto a las respiraciones, la vía de la devoción, dualista, sencilla, está siempre presente en la Gitá como el pan cotidiano que sirve de alimento a la numerosa humanidad de los dévicos que intuyen que buscan lo divino en virtud de sus primeras percepciones naturales, de la realización del dharma propio.

Sólo puede ser entendida por la realización personal, dando vigor y sentido verdadero a su doctrina.

El Brahma que en la Gitá se menciona no es Dios, es Aquello que está fuera de toda relación con lo condicionado por los gunas o cualidades que parecen brotar de pakriti (materia densa y sutil) junto al purusha (Vida Conciencia pura), siendo, la unión de ambos aspectos una representación.

Este Brahma es lo que nace, lo que es y lo que queda...la Plenitud de la Plenitud.

Pero antes de llegar a ese Brahma hay dos grados sucesivos de conocimiento de la Plenitud, Esto y Eso y un tercero como Brhama.

Una vez hemos comprendido, la Gitá explica como el universo puede ser contemplado sucesivamente de tres formas distintas según el grado de desarrollo: como Esto, como Eso y como Brahma, y las tres formas de Plenitud que hay en cada uno de ellos una vez te has liberado del pensamiento "esto es todo", primero como dualidad, purusha y prakriti trabados, tal como el cuerpo y el morador del cuerpo que hay que discriminar; luego como no dualidad, purusha sólo, una vez discriminado el morador del cuerpo y reconocido como lo que es; y por último, como lo Absoluto, visto entonces conjuntamente, como todo lo inseparable, como la Plenitud de la Plenitud.

Esa es la realización del Yoga, derribar las densidades de prakriti, sin tener más punto de apoyo que un presentimiento sutil de lo divino, fe y convencimiento inconmovible de que Brahma es, haciéndote conocedor de alcanzar la Unidad en la verdad amada de ser lo que eres. (om tat sat- om eso es)

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